Saberes Previos o Preguntas Orientadoras
- ¿Qué es identidad, tradición y cultura?
- ¿Cómo relaciona los procesos de mestizaje y la danza tradicional?
1.1. Identidad, tradición y cultura
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(La imagen representa la raíz que sostiene al árbol y se extiende a todo un territorio. En su copa están los representantes de los diferentes pueblos con su atuendo característico, representando la multidiversidad cultural de nuestro país)
Para el desarrollo de la presente unidad es importante relacionar los conceptos de identidad, tradición y mestizaje con su contexto cultural, dado que en su estudio se permite evidenciar sus semejanzas y diferencias; hacia la construcción de éstos.
Es así, como las tradiciones, costumbres, fiestas, conocimiento, creencias, moral; son componentes de la cultura, lo que le da vida al ser humano a través de sus dimensiones y funciones sociales, las cuales generan: un modo de vivir, cohesión social, creación de riqueza y empleo y equilibrio territorial (Molano, 2017), a su vez, Verhelst (citado en Molano, 2017) señala:
La cultura es algo vivo, compuesta tanto por elementos heredados del pasado como por influencias exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente. La cultura tiene funciones sociales. Una de ellas es proporcionar una estimación de sí mismo, condición indispensable para cualquier desarrollo, sea este personal o colectivo. (p.72)
De acuerdo a definiciones determinadas por la UNESCO en la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales (2005), Artículo 4 capítulo 3 (Molano, 2017) precisa:
Cultura: es el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones.
Diversidad cultural: multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los grupos y sociedades. Estas expresiones se transmiten dentro y entre los grupos y las sociedades.
Contenido cultural: sentido simbólico, la dimensión artística y los valores culturales que emanan de las identidades culturales que las expresan.
Expresiones culturales: son las expresiones resultantes de la creatividad de las personas, grupos y sociedades, que poseen un contenido cultural.
Actividades, bienes y servicios culturales: son los que, desde el punto de vista de su calidad, utilización o finalidad específicas, encarnan o transmiten expresiones culturales, independientemente del valor comercial que puedan tener. Las actividades culturales pueden constituir una finalidad de por sí, o contribuir a la producción de bienes y servicios culturales.
Interculturalidad: presencia e interacción equitativa de diversas culturas y la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, adquiridas por medio del diálogo y de una actitud de respeto mutuo. (p.72)
Ahora bien, la identidad se constituye en la huella o sello que define la idiosincrasia de los pueblos y para ello es preciso abordar autores como el doctor Gilberto Giménez, sociólogo e investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, nacido en Paraguay, quien considera la cultura y la identidad una pareja conceptual indisociable y admite que todo lo que está en nuestro entorno está lleno de significados con los cuales necesariamente nos identificamos y es nuestra cultura. Thompson (citado en Giménez, 2005) afirma que: “necesitamos dar un paso más para destacar lo siguiente: por una parte, los significados culturales se objetivan en forma de artefactos o comportamientos observables, llamados también “formas culturales”. (p.3)
Es así, que esos significados culturales; son considerados para Giménez (2005) como el mismo entrono cultural:
“(…), si miramos con un poco de detenimiento a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que estamos sumergidos en un mar de significados, imágenes y símbolos. Todo tiene un significado, a veces ampliamente compartido, en torno nuestro: nuestro país, nuestra familia, nuestra casa, nuestro jardín, nuestro automóvil y nuestro perro; nuestro lugar de estudio o de trabajo, nuestra música preferida, nuestras novias, nuestros amigos y nuestros entretenimientos; los espacios públicos de nuestra ciudad, nuestra iglesia, nuestras creencias religiosas, nuestro partido y nuestras ideologías políticas. Y cuando salimos de vacaciones, cuando caminamos por las calles de la ciudad o cuando viajamos en el metro, es como si estuviéramos nadando en un río de significados, imágenes y símbolos. Todo esto, y no otra cosa, son la cultura o, más precisamente, nuestro “entorno cultural”. (p.3)
1.2. El mestizaje en Colombia en la perspectiva de Manuel Zapata Olivella
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(La imagen representa una pareja de danzantes afrodescendientes y el aporte africano en el proceso de mestizaje)
Sin duda alguna, una de las voces más importantes de Colombia y América en cuestiones de Mestizaje, es Manuel Zapata Olivella; médico, antropólogo, escritor y folclorista; nacido en Lorica Córdoba el 17 de marzo de 1920 y para quien “la dinámica de la transmisión oral es “La palabra”, ya que con cada palabra que se pronuncie se está enriqueciendo la tradición oral” (Zapata, s.f.)
De esta manera, durante aproximadamente 40 años junto a su hermana Delia Zapata Olivella, investigó las costumbres ancestrales, las cuales, fueron plasmadas a través de la literatura en obras como: Chambacú corral de negros, Changó el gran putas, En Chimá nace un santo, Fábulas de Tamalameque y La Rebelión de los Genes; entre otros. Así mismo, Delia realizó un aporte importante tanto para el enriquecimiento del folclor coreográfico de Colombia, como en la formación de maestros artistas, fortaleciendo procesos en cuanto a la pedagogía de la danza.
El siguiente texto presenta el proceso de mestizaje aglutinando el folclor en dos grandes grupos; el folclor andino y el folclor costeño; de acuerdo a Zapata (s.f.):
El folclore es la huella viva de la historia en el alma de los pueblos. Por eso, al hablar de folklore hispanoamericano en cualquiera de sus modalidades o regiones, surge el mestizaje como aporte de las razas que se fundieron en el gran escenario de América. Sin embargo, las peculiaridades en las que les tocó actuar uno o aporte racial, determina quizá una mayor preponderancia, en el folklore regional. Podría decirse de una acentuación del elemento indio en los países donde la cultura indígena había alcanzado un alto desarrollo -Perú, Bolivia, Guatemala, México-; hispánica, allí donde el español se convirtió en el núcleo civilizador preponderante -Argentina, chile, Uruguay- y africana, en los lugares en los que el hacinamiento de esclavos permitió a éstos reconstruir los elementos esenciales se su cultura primitiva. No obstante, como las culturas aludidas se transfundieron en mayor o menor grado en todas partes, el mestizaje surge como un elemento aglutinante que perfila las nacionalidades hispanoamericanas.
Las circunstancias históricas, geográficas y raciales en Colombia, prohijaron más que en cualquier otro país, la síntesis unitaria de las culturas. Su situación ístmica determinó, desde mucho antes del descubrimiento, el enlace entre los pueblos precolombinos. Misteriosas esculturas como los santuarios de San Agustín, en los que hay evidentes raíces mayas, incaicas y mexicanas, hablan de un entrecruzamiento de culturas aborígenes. Fue también el istmo la ruta obligada de los conquistadores para alcanzar las costas del pacífico y base para el internamiento en el macizo andino. Finalmente, en el periodo de la colonización, sus costas fueron asidero obligado de las migraciones de esclavos hacia todo el continente. A parte de esta circunstancia ístmica, está su propia configuración topográfica, que la divide en costas, valles y mesetas por las estribaciones de la gran cordillera andina, oponiendo barreras naturales y casi insalvables, que solo pudieron ser vencidas por la unión de sus componentes raciales a través de las únicas vías de acceso: los ríos.
Surgen así las determinantes de nuestro mestizaje folklórico. El indio disperso en pequeñas comunidades, nómades en las costas, poco evolucionados en las mesetas, no ofrece mayor resistencia a la asimilación española. El negro no se hacina en grandes plantaciones de azúcar como en cuba, ni en la explotación de riquísimos yacimientos mineros como en el Brasil, por lo que no alcanza a reconstruir formas culturales africanas, tal el caso en los países mencionados, donde las religiones, las lenguas y otros elementos culturales africanos se reintegran para conservarse puros o para mezclarse a lo hispánico y a lo aborigen. El español encuentra una arcilla dúctil para su labor civilizadora, toma del indio su aporte esquivo y del negro la entrega sin reticencia, perfilando el mestizaje con el sustento básico de su lengua, sus vestidos, sus instrumentos y su religión.
El folklore Andino
El altiplano, por su clima, fue el natural solar escogido por los españoles. Las grandes ciudades coloniales nacen en los encrespados Andes, pese a las dificultades de transporte para llegar hasta ellos. Santa Fe de Bogotá. Tunja, Medellín y otras villas se convierten en nuevas ciudades hispanas. Su construcción, su mampostería, su espíritu siguen los trazos peninsulares. El idioma se acendra, la fe se extrema y como es natural, se reviven los cantos, los bailes y las coplas en las festividades. El indio mira, imita y aporta la melancolía de la raza. A su paso por las costas y los ríos donde mora el negro, el colonizador o el mestizo, lleva al interior algo de la vida abierta que poco a poco se ha ido conquistando el esclavo. La resultante son los bailes mestizos del altiplano donde el español acentúa su preponderancia: la guitarra el tiple, el piano y los instrumentos de viento. El bambuco, la guabina, el pasillo, la danza, la contradanza; los dos primeros vivos, los otros en desuso hablan de la ascendencia española. Sus compases, sus vestidos, su coreografía, guardan idéntica similitud con los bailes hispanoamericanos donde la ascendencia española es determinante. Tienen también parentesco con aires de acento indígena en los andes de Perú y Bolivia, porque el indígena colombiano, como hemos dicho, si no alcanzó una cultura superior, fue en el altiplano donde conoció etapas sociales de mayor madurez con la civilización chibcha, y las huellas negras no son difíciles de encontrar, ya que son ampliamente conocidas las raíces del bambuco, todavía bailado y difundido, entre los negros de la costa del pacífico colombiano.
El folklore costeño
Aun cuando no hubo en Colombia grades plantaciones de caña, ni minas tan valiosas como las del Perú, hubo otras razones para que el elemento africano acudiera a nuestras costas. En la costa atlántica, Cartagena de Indias, puerta de salida de las riquezas de la nueva granada, y no pocas del Perú situada frente al mar Caribe, centro de bucaneros y piratas, fue la primera ciudad fortificada del nuevo reino. La construcción de sus murallas constituyó un incentivo para el mercado de esclavos y para que pueda apreciarse en qué cantidad llegaron allí, basta decir que solo el apóstol de los esclavos, el más tarde canonizado San Pedro Claver, logró bautizar medio millón de ellos.
Aunque estos negros procedían de diferentes regiones africanas y por tanto les era imposible reconstruir sus culturas de origen, pues hablaban lenguas, y tenían creencias disímiles, siempre alcanzaron a influir en el mestizaje folklórico con elementos aislados de una u otra región africana, como lo demuestra hoy día tambores, flautas, maracas y otros instrumentos de diferentes procedencias. La convivencia entre negros y vasallos indígenas, permitió rápidamente que se intercambiaran hábitos hasta el grado de ser común que instrumentos indígenas como las chirimías (gaitas) sean elaboradas y ejecutadas en nuestros días por mulatos o negros. La actitud siempre desprejuiciada dl español antes las razas, su presencia como elemento civilizador, no pudo permanecer al margen de las formaciones folclóricas que nacían y hoy podemos afirmar, que aun cuando hay una línea acentuada del aporte negro, el mestizaje, igual que en el altiplano, es la norma en las costas colombianas.
La cumbia, el mapalé, el bullerengue, el currulao, la danza, la contradanza, la jota y los romances, alabaos y décimas tan populares en ambos litorales; bailes, cantos y expresiones poéticas demuestran por sus solos nombres que allí más que en el mismo altiplano, las culturas indígenas, hispánica y negra encontraron en el folklore su marco racial de expresión.
Nos preguntamos, si acaso, este hermoso crisol de sentimientos que constituye el alma del pueblo colombiano, no sea el emblema representativo ya no solo de la hispanoamericanidad sino de la actitud comprensiva de pueblos unidos por una humanidad fraterna. (p.163)
Desde una perspectiva decolonial sobre el proceso de mestizaje en Colombia; es también Zapata Olivella una autoridad en el tema y para profundizar acerca de la racialización y el papel del esclavizado en el proceso de mestizaje; Carlos Alberto Valderrama Rentería, Especialista en Estudios afrodiaspóricos y latinos; presenta el texto: El proyecto anti- racista del mestizaje, Manuel Zapata Olivella; en el cual plantea la idea del mestizaje en el pensamiento crítico afrocolombiano. De acuerdo a lo anterior Valderrama (2020) afirma:
Se sostiene que su noción de mestizaje planteó alternativas al mestizaje dominante de las elites nacionales de Colombia. Para este objetivo, se propone entender el mestizaje como un terreno o campo de confrontación política e ideológica entre regímenes de conocimiento y poder que se disputan la hegemonía y el control discursivo sobre su significado. Así, la idea de mestizaje en el pensamiento intelectual de Manuel Zapata Olivella es una de las propuestas intelectuales que buscó disputar el significado de mestizaje desde el abajo racializado. (p.148)
Así mismo, en la introducción del texto y continuando con una mirada decolonial Valderrama (2020) plantea:
La idea de mestizaje se encuentra fuertemente asociada a la dominación racial cuando se trata del lugar que ocupan las comunidades negras en la “comunidad imaginada” de la nación colombiana. Ni la versión conservadora (predominante entre 1886 y 1930) ni la liberal (predominante durante la República Liberal,1930-1946) del mestizaje valoraron, realmente, los aportes y/o presencias afrocolombianas en el país. Según se puede entender, la ideología del mestizaje fue utilizada para ocultar el verdadero proyecto racial de blanquear la nación. Ya sea a través de migrantes europeos que poblaran la nación o a través de programas de educación, higiene y progreso (Wade, 1993 y Pisano, 2010). De ahí que proponer una mirada del mestizaje como propuesta contra-hegemónica pudiera sonar extraña; más aún si se la concibe como anti-racista. Sin embargo, estudios han demostrado que el mestizaje también sirvió como estrategia de resistencia. Ya sea como fuerza liberadora de las clasificaciones raciales de opresión colonial y postcolonial (Mellon,1996: 171); una historia negra por contar (Zapata-Cortes, 2010); una manera no común de hibridez indígena que resiste a la biopolítica cultural del mestizaje (de la Cadena, 2006: 73); una epistemología del sincretismo inclusiva (Arboleda, 2010: 456); o como un proyecto de nación inclusiva (Múnera, 2010). Mestizaje, así entendido, se convierte en un mosaico de significados que se disputan formas de mestizajes excluyentes e inclusivas (Wade, 2005). Por ello, “el mestizaje es mejor definido como un diálogo político -estratificado y abierto- articulado por una densa red intertextual que incluía escritos literarios y científicos, eventos artísticos y políticos, murales y pinturas, museos y políticas estatales, entre otros.” (de la Cadena, 2006: 68). (p.148)
La invitación es a consultar el texto y reflexionar acerca del proceso de mestizaje en Colombia, desde el pensamiento crítico de Manuel Zapata Olivella, con una mirada decolonial y continuar relacionando esta categoría con la identidad cultural.
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